¡Por supuesto que los niños no quieren dormir solos! Ni quieren, ni deben. Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus madres, experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro del vientre amoroso de sus madres. Los bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. No pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos estaremos felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda ser contraproducente cuando hay bienestar. Lamentablemente las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad para comprender los pedidos de nuestros hijos que son inconfundiblemente claros. Circula socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los convierte en "malcriados", aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no dormimos cuerpo a cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los apretamos… ellos van a reclamar más y más. Pensemos que el "tiempo" para los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. Si los niños deben esperar demasiado tiempo para encontrar confort en brazos de su madre, se aferrarán con vigor a los pechos, mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo materno. El miedo será la principal compañía, porque sabrán que la ausencia de la madre volverá en cualquier momento a devorarlos. Los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes de los cuidados maternos. Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. La noche es larga y oscura, y ningún niño debería atravesarla estando solo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el niño no lo necesite más.
Licenciada en Historia del Teatro, trabajé varios años en la producción y coordinación de exposiciones de museos pero el viaje de seis meses que hice en Sudamérica, explorando paisajes, culturas y personas, descubrí la Pachamama, la diosa de la Tierra y desde que la maternidad me va tocar la puerta hace 7 años sentí con mucha fuerza que el camino que quiero atravesar es el respeto a la Madre Tierra, a la Vida!
Estoy interesada en la salud holística y en especial en la salud de los niños por eso me formé como Reflexóloga y como Reflexóloga Infantil (Método Angeles Hinojosa) y me especialicé en los bebés y niños. Imparto talleres de Reflexología Infantil a los padres que se quieren implicar en la salud de sus niños. Como Reflexóloga también hago masajes a adultos, madres embarazadas y en postparto.
Soy Doula, formada con Mares Doules y Asesora de Lactancia (curso de Fedecata) con el único propósito de acompañar con respeto a las familias durante el embarazo, el parto que deseen y el posparto! Me identifico con la frase del gran maestro Michel Odent que para cambiar el mundo, tenemos que cambiar la manera de nacer!
maria.mantzakou@gmail.com
1 comentarios:
Muy interesante todos los artículos!
Los invito a conocer mi blog, espero que les guste.
http://odontologiasalud.blogspot.com/
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